Unas damas cariocas |
La hada que vuela por todo el mundo
A veces cuando me pasaría por el DF por razones de negocios, me tocaría la suerte de pasar unos ratitos con la guapísima bailarina y modela. No somos diferentes, ella y yo, porque ella también trabaja a viaje, en las giras de shows o como mostradora sexy-sexy en las demostraciones automóviles en Alemania o Gringolandia. Y yo, a veces me toca por unas tareas en Londres o Vancouver, pero mi vuelo de normal es nada más que la Estrella Roja entre Puebla y el capital. Pero ella, esta ángel que ahora camina de un lado al otro enfrente de la cama, fumando levemente como si fuera un volcán satisfecho, ella es la hada que vuela por todo el mundo. Y me encanta los cuentos que ella cuenta en las horas que pasamos juntos.
--¿Qué tiene para contarme de los cariocas, corazón?--
--¡Así es! Miras tú con el conocimiento mundial.--
Ella me echó un guiño y se apagó el cigarro en el cenicero. Me miró parada al pie de la cama con los brazos en jarras.
--Lo vi en vivo el Cristo Redentor, mi amor. Por fin lo vi. Es nada más que impresionante, y no soy muy religiosa pero me puse a llorar.--
Sus ojos brillaban. Me acercó por gatear hacia el pie de la cama , sobre las sabanas.
--Y está impresionante la gente. Vienen en cada color y tono de piel, de todas las ramas de la humanidad ¿sabes? La mezcla le da una hermosura a la humanidad que nunca ha visto antes. Son los latinos verdaderos o sea me parecen como el estereotipo, son apasionantes, físicos, bondadosos, fiesteros y bailan sin parar. Y este Mario, el primo del director del ballet, me ayudó muchísimo navegar la ciudad. Pasábamos cada día de la primera semana juntos.--
--Una semana con el plomero Nintendo, ¿entonces cómo olía las alcantarillas, a caca bras--
--¡Andale! No conoces nada de este joven, me trataba como invitada honoraria. Es hombre de negocios. Me dio unas vueltas por la ciudad y me ayudó como interprete y ya.
Nos gustamos ponernos celosos, en unos sentidos, sobre todo por ponernos calentitos con los celos. No somos diferentes, ella y yo. La amo, pero no es mi única amor, ni yo el único de ella. Se arregló bajo de las sabanas para juntarse a mí.
--Cuéntame sobre Rio, bella--le susurró mientras abrazarla--ya sé que tiene mucho pa'contar...
Con este cuento breve empezamos nuestro viaje al Rio a través de las aventuras de nuestra protagonista.
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